
MUERTE SÚBITA Entre sueños carbonizados, llega una voz, retumban los ecos sobre los pabellones. Remece cimientos, tiemblan columnas, el aire asfixia, las ideas con torpeza asoman el corazón se oprime, es un caracol asustado. Un cienpiés caminaría mejor sobre los bordes de un infinito abismo. Herida por el aire, con los pies clavados, tambaleante, alcanzar las escaleras Llego la señal de que hay alguien del otro lado Y pienso: “Solo, otra vez”…“Solo, otra vez” Las emociones visten de encajes la noche, atropellan a tropel sus cascos, son bestias enloquecidas, descuelgan a su paso los vetustos relojes en un tiempo de invierno, que me quema. Un intruso ¡Te amo! Escapa temeroso, es un relámpago que implora como aullido, candente, intenso, verdadero e infinito. Arañando muros avanzo, sin disimulos sin poses congelantes, colgando de un andamio. Fugaz como llego desaparece, se disuelven los sonidos… Y aquí me quedo, dentro de un negro cubo sin techo, lejos muy lejos, contando los botones que se desprenden de los ojales
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